Sexo a Distancia (Cuento Erótico)

Camino en un expreso no aguanto la espera, mis manos me sudan y me erizo constantemente. En pocos minutos estaré con un completo extraño al que conozco perfectamente. Hace 2 meses nos conocimos por internet, pero algo ocurrió, empezamos a desearnos más de lo debido. 2 meses en largas sesiones de skype, Messenger, hablando por teléfono hasta amanecer, sexualmente nos pertenecíamos, sin siquiera habernos tocado. Pero, esto es algo que va más allá a todo lo que he sentido, lo que he visto, he palpado. Son unas ganas indescriptibles porque él me toque, me bese, me haga suya. Son tantas mis ganas, que voy camino a verlo, a tocarlo, a estar con ese extraño. He llegado a mi destino y él está allí esperándome. Al abrazarlo siento que está tan nervioso como yo, su corazón late rápidamente, pero sin pensarlo me besa, sus brazos me rodean y yo me siento mareada de la excitación. La comida la pedimos para llevar, sólo tenemos una noche, son sólo pocas horas, en la mañana debo volver a mi realidad, a mi ciudad. Estamos ya en el hotel, al probar el primer bocado, sólo escucho; “tenía tantas ganas de verte”, siento los labios con el sabor más  dulce que he probado, sentir su lengua junto la mía, sus manos sobre mi piel, me ponen húmeda y poco a poco empieza a desvestirme, besando cada parte de mi cuerpo. Desnuda, me levanto y me dirijo al baño, él sin pensarlo me sigue y mientras cae el agua en mi rostro, siento como sus manos me toman de espaldas y me aprietan junto su pene erecto y caliente, una de sus manos se dirige a mi vagina, la otra a mis senos, su boca besa y muerden mi cuello, ahhh sus manos saben donde tocar perfectamente. Estoy excitada y no dejo de lubricar, su mano ahora empapada de mis fluidos le dicen que es hora de penetrarme, aaahhh (gimo muy fuerte mientras me penetra), sentirlo dentro de mí es mejor de lo que había imaginado, una de sus manos halándome el cabello mientras la otra acaricia mi clítoris, empiezo a sentirme mareada, a sentirme tan débil ante él, que mis piernas empiezan a fallarme mientras alcanzo otro orgasmo, haciéndome girar y mientras me sujeta por la quijada y me besa, me agarra por las nalgas y mis piernas lo rodean mientras me pega contra la pared, penetrándome suavemente pero sin dejar ese instinto animal que tanto me gusta sentir. Mientras ambos nos besamos y gemimos del placer, acabamos. Mientras nos enjabonamos, no podemos dejar de tocarnos, de besarnos. Al verlo salir del baño desnudo, sólo quiero meter su pene en mi boca y al sentarse en la cama, lo beso, abro sus piernas, mi boca buscando lamer y chupar su pene, es una de las cosas que más había deseado, verlo retorcerse de placer gracias a mí, me excita, me enloquece, me levanta del suelo y me coloca en la orilla de la cama, lamiendo y chupando mi vagina como nadie más lo había hecho, no puedo pensar en más nada, mi mente y mi todo está allí en ese momento en el que él con su boca se ha apoderado de mi vagina. Un 69, es lo que necesitábamos, ambos mimando nuestros sexos y sintiendo ese rico sabor de nuestros fluidos… No hay nada que me excite y me guste más que me acaben en la boca, él acaba de hacerlo, esa sensación de saber que eres muy buena chupándolo y que lo disfrutó tanto que no le dio chance de sacarlo me enloquece. Estoy moviendo mi vagina sobre su boca, su cara está llena de mi líquido, pero él parece disfrutar de mis fluidos en su boca como yo de su semen en la mía. He perdido la cuenta de cuantos orgasmos he tenido, pero no puedo evitar pedirle que me penetre, que me coja. Chupo su pene nuevamente para ponerlo duro, meto sus testículos en mi boca, hala mis cabellos y gime en señal que lo está disfrutando. Me subo en su pene, que queda tan apretado en mi vagina, que cada centímetro que va hundiendo se hace más intenso el placer. Mientras me meneo sobre él, no podemos dejar de vernos, disfrutar gracias al opuesto es lo que habíamos estado esperando, le encanta ver cómo me levanto y su pene entra y sale de mi vagina, lo hago super lento para sentirlo cada vez más y el logre admirar la escena, me toma por el cuello y me besa, cuando intento zafarme me abofetea suavemente y me dice “no me dejes de besar, soy tu amo”, siento placer al sentirme sometida, repetidas veces intento zafarme para seguidamente ser abofeteada y estrangulada un poco. Mientras ambos mordemos nuestros labios y el aprieta mis nalgas, sé que ha tenido otro orgasmo y me penetra muy fuerte repetidas veces hasta yo alcanzar otro orgasmo, que ya perdí la noción de cuantos me ha generado. Acariciándonos, besándonos bañados en sudor, nos damos cuenta que apenas hemos probado la comida y nos disponemos a comer. Luego de la cena, tomamos unos tragos de vodka, mientras intentamos reposar un poco para hacer la digestión, nuestras manos no dejan de tocarse, nuestros labios no quieren despegarse. Un chorro de vodka cae desde mi espalda hasta mis nalgas, su boca en mi ano espera ese sorbo de gloria. Me coloco en cuatro frente a un espejo, le ordeno que me penetre. Estando en 4 lame y succiona mi vagina y mi ano, siento que estoy en un lugar mejor que el paraíso. Me penetra sin avisarme, brusca y rápidamente, no dejo de vernos frente al espejo mientras me coge en mi posición favorita, mientras me nalguea y cuando quiere que me quede quieta, me hala por el cabello.  A pesar que ambos hemos acabado, aún tengo su pene dentro de mi vagina, mientras el besa y acaricia mi espalda, cabello y mis senos, los lame y los mete en su boca, mis pezones son dichosos. Nos hemos adormitado, pero estamos unidos el calor de su cuerpo, contra resta el frío de esa habitación que pronto dejaremos. Son las 4:00am, a las 6:00am he de partir. Me he vuelto adicta a su pene, mientras él duerme plácidamente, intento despertarlo chupando su pene y acariciando sus testículos. Se despierta con una sonrisa, disfruta un momento de mi boca, mientras suavemente toma mi cara con sus manos y me besa tiernamente… me acuesta en la orilla de la cama, mientras eleva mis piernas a sus hombros y me va penetrando suavemente mientras va aumentando el ritmo, y el choque de su pelvis contra mis vagina me enloquece y me hace gritar su nombre. “Quiero que acabes en mis tetas” le digo viéndolo a los ojos, lo enloquece y me penetra como si nunca hubiese tenido sexo con nadie más, saca su pene y acaba en mi pecho, su semen caliente resbala por mis pezones y me hace estallar en una sensación placentera inexplicable, mientras meto su pene en mi boca y lo miro pícaramente, sé que es hora de decir adiós. Luego del baño, me veo en el espejo después de haber culminado de lavarme los dientes, empieza a besarme y nos dejamos llevar otra vez por nuestras ganas y nuestra pasión, el inodoro es perfecto para variar de estar parados a sentarnos para darnos descanso, sus besos son sexo puro, sus manos son fuego en mi piel, quiero seguir quemándome. Nos duchamos juntos, nos preparamos para decir adiós; “quiero pretender que mañana te volveré a ver”, me dice al oído. Con un beso apasionado nos despedimos. Y mientras me dirijo nuevamente a mi ciudad sin poder sacarme de la mente a ese extraño, mi cuerpo sabe que a pesar que fue sólo una noche junto a él, no podré borrar las huellas de sus besos y su piel.